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De la cordura a la locura pasando por el bar

Me pide Fernando que inaugure una sección de colaboraciones en su blog, la ‘tribuna libre’, y dado que no tengo ni puñetera idea de economía, lo enfoco al otro tema que abunda por estos lares, el deporte. En concreto, me toca hablar del Estudiantes y de la Demencia, su popular afición, de la que soy parte desde hace unos diez años. Se podría decir que soy miembro activo y pasivo a la vez, ya que, aunque es verdad que llevo una década siguiendo al equipo por casi todos los pabellones de España y alguno europeo, no es menos cierto que de la mitad de ellos no me entero, entro tarde o voy borracho.

Os preguntaréis entonces, ¿cómo es posible que este tío nos venga a hablar del Estudiantes o de baloncesto si ni siquiera sabe el nombre de todos los jugadores de su equipo?. Suena ridículo, pero yo os lo explico. El basket está bien, es un deporte divertido, dinámico… pero el sentimiento de pertenencia a un club poco tiene que ver con eso. Pese a que suene muy artificial o sensiblero, el Estu es una familia grande. No es como ser del Madrid, ni siquiera del Atleti o el Getafe. Si das con un jefe en el trabajo que sea seguidor del equipo del Ramiro, ya se pueden dar por jodidos el resto de compañeros, si hay algún ascenso va para tí.

Aún se mantiene esa idea romántica del equipo débil de fuerte masa social que se empeña año tras año en amargar un poco la existencia al vecino rico, por muchos millones que les separen. Estas cosas, como muchas otras, no entienden de meter una pelota naranja en un aro, va más allá.

Los dementes tienen fama de golfos, cierra bares, graciosillos, políticamente incorrectos y algo feos (menos yo, por supuesto). Sin embargo, todos tenemos una ‘segunda vida’. Es verdad que en el trabajo no cantamos burradas a las compañeras como podríamos hacer con las ‘Cheerleaders’ en los pabellones que visitamos, pero apuesto a que los que lean esta tampoco irán al curro con la corbata en la cabeza y abrazaran a su jefe con un cubata en la mano al grito de “te quiero mucho, cooolega”.

El clásico lema “de la cordura a la locura pasando por el bar” refleja bien esta situación. En definitiva, la única diferencia es que el Estudiantes acaba convirtiéndose en un club social donde acudir con los amigos para recordar buenos tiempo, contar anécdotas, desinhibirse, escapar de un día a día que en ocasiones pesa demasiado o salvar el mundo entre discusiones en la grada.



Algo más que baloncesto. Mientras tanto, los novatos retomarán viejos cánticos para animar o los jugadores o, como viene haciendo la Demencia desde hace más de treinta años, para divertirse a sí mismos y demostrar que sigue siendo DIFERENTE: “¡Menos tiro exterior y más penetración!”.



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